Monday, November 18, 2019

Un Album de Boda



Lo que hace único a Rancho el Refugio es nuestro llamado a ser familia, no una casa hogar, no un orfanatorio, ¡pero una familia de por vida!  Y, ser familia significa que los hijos crecen….¡y se casan!

Angie llegó a ser mi hija mayor a la edad de los 11 años, ¡ya desde hace 16 años!  Y ahora, ¡ya está casada!  No hay palabras, ni siquiera fotos, que pueden captar acertadamente la profundidad, anchura y alcance que esta boda ha tenido en nuestros corazones y vidas, pero haré mi mejor de compartir con Ustedes lo que significó, y lo que significa…¡por medio de compartir un album de fotos y recuerdos de la boda!


Así que, ¡disfruten ese blogbum (blog + album=blogbum) acerca del día especial de Angie y Juan!



Quién:  Juan Angel Torres y Angelica (Angie) Velazquez
Cuándo: 26 de octubre, 2019

Dónde: el jardín de la casa de los papás de Juan en Acapulco, México

Por supuesto, los preparativos empezaron semanas y semanas antes de la boda para poder alistar cinco vestidos de damas, ir a pruebas de vestido, explorar opciones para el cabello y maquillaje…y para que Grandpa le enseñara a Caleb a amarrar su corbata.

Ana en su prueba de vestido

Grandpa y Caleb con la corbata

El día de la boda comenzó con la boda civil.  Los papás de Juan abrieron las puertas de su casa, no solo para la boda civil por la mañana, ¡pero también para la boda religiosa por la tarde!  ¡Fueron dos bodas en un día!

El balcón del segundo piso de la casa fue el lugar perfecto, con el fondo perfecto del Océano Pacífico, para la boda civil.

Como parte de la ceremonia de la boda civil, el juez leyó los nombres de los padres de Juan y de Angie desde sus actas de nacimiento para que pudieran tomar sus respectivos asientos.  El papá y la mamá de Juan pasaron a sus lugares, al igual que la mamá biológica de Angie, mientras que yo me quedé sentada junto con mi familia, ya que mi nombre no se encuentra en su acta de Angie.  Pero luego, al continuar con la ceremonia, Angie respetuosamente interrumpió al juez y le comentó:  “Tengo otra mamá.”  De manera cordial, el juez señaló el asiento al lado de la mamá biológica de Angie para que yo tomara ese lugar.  ¡Qué momento tan bello!  Hace 16 años yo elegí a Angie para que fuera mi hija, y ¡fue precioso ser elegida por ella para tomar ese asiento ahora!



Luego, en el momento asignado para firmar el acta de matrimonio, el juez dijo algo que en el momento no capté, pero que, gracias a mi amiga, Vero, pude apreciar después.  Dijo: “La mamá que está aquí en representación del padre puede firmar aquí.”  Ahora, yo sé que él se refería a un padre terrenal, pero, alabado sea el Señor, yo sé en representación de CUÁL Padre me encontraba allí…un buen, buen padre…de hecho, ¡un padre PERFECTO!  

Firmando el acta de matrimonio


Abrazo madre/hija


Angie y Juan después de la boda civil

Ana tocando el preludio para la boda
Quiero suponer que otras familias con padres ausentes han enfrentado momentos en sus vidas cuando la sociedad da por sentado que un padre debe estar presente….por ejemplo, para entregar a la novia.  Como muchos, nuestra famlia se enfrentó a ese escenario.  Pero, mientras que el pecado rompe y crea vacíos, ¡Cristo llega lleno de redención y sanidad!  Josías, mi hijo biológico mayor, tenía solo tres años cuando Angie llegó para ser su hermana mayor.  Caleb nació a las tres semanas después de que Angie llegó a formar parte de nuestra familia.  (Por cierto, ¡le tocó a ella cambiar muchos de sus pañales!)  Así que, mis varones no pueden recordar la vida sin su hermana mayor.  Por lo tanto, ¡fue muy conmoveedor verlos caminar con ella por el pasillo y entregarla en el altar!


Josías y Caleb acompañando a Angie y David llevando la cola

¡Qué vista tan hermosa ver a la hermana biológica de Angie, y mi segunda hija mayor, Diana, servir como dama de honor, junto con mis otras cinco hijas que siguen en casa brillando como damas!

Las Damas
Consejos prácticos para el matrimonio fueron compartidos con amor por medio de la Palabra de Dios por Grandpa, mi papá, David Claassen, y traducido al español por Josías, su nieto.  ¡No hay nada mas especial!



Yo tuve el privilegio de entregarle a Juan y a Angie la Biblia y mis papas, lo anillos.


Entregando la Biblia


Entrega de los anillos

Para concluir la ceremonia, los papás del novio y la novia pasamos para orar por nuestros hijos.  ¡Qué privilegio tan gozoso y a la vez qué tan grande responsabilidad el poder orar y nutrir las vidas espirituales de mis hijos, sus parejas y mis nietos!  Rancho el Refugio, y su legado y su ministerio, durará por generaciones…¡porque la familia dura por generaciones!

Orando por mis hijos


El beso oficial!

Amo a mis hijos!

Una boda es un día especial por el compromiso que se hace y la celebración que ese compromiso merece, pero, ¡el día se vuelve aún más especial debido a las personas especiales que están presentes para compartirla!

¡Mis papás siguen brillando en su papel como abuelos para tantos!

Grandpa y Grandma con los novios

¡Qué bendición poder ver a la segunda mayor de mis hijas, Diana, y a su familia: Robbie, y mi nieto, Liam; ¡además de conocer a mi nueva nieta, Layla!  Martita, la tercera mayor de mis hijas, y su esposo, Leonel, ¡orgullosamente andaban con su tesoro!


Adrián y Vero, aunque oficialmente parte del staff de Pescadores de Hombres, verdaderamente ocupan el lugar de familia en nuestros corazones y vidas.  ¡Tío, tía y primito llenan nuestras vidas con amor, apoyo y mucho gozo!


Hace mas de una década, el Señor llamó a Ashleigh Weis a formar parte del staff aquí en el Rancho como misionera a corto plazo.  Aunque solo estuvo aquí un par de años, la amistad, y su compromiso con el ministerio, ya es de por vida.  Ella ahora sirve como Presidenta de nuestra mesa directiva.  Fuimos bendecidos por su visita, junto con su hermana, Amanda, para la boda.


Si tuviera que escoger una palabra para describir esta boda, ¡sería FAMILIA!  ¡Qué testimonio de la fidelidad y redención de Dios!


Cuando percibí el llamado de Dios sobre mi vida a la edad de 13 años, Dios comenzó a sembrar en mi el deseo de crear una familia para aquellos que lo necesitaban.  Por el paso de los años, el pecado, las circunstancias y Satanás han amenazado con esa visión sin cesar.  Aunque nos falta mucho para crecer, y sanar, una familia lo somos…¡por la gracia de Dios y para Su gloria!




Angie y Juan, mi oración para ustedes, es que puedan vivir, y disfrutar, TODOS LOS DÍAS, el baile hermoso y delicado de la gracia y amor de Dios en su matrimonio.


















Monday, November 11, 2019

Cada caravana, aunque casi iguales en su forma de llevarse acabo, crean historias únicas, y ¡nuestra caravana mas reciente a Lázaro Cárdenas, Michoacán no fue la excepción!


Estos dos hombres, al parecer amigos o familiares, llegaron a la caravana después de la comida.  El paciente, el de la camisa amarilla, no podía caminar por su propia cuenta y requirió del apoyo, no sólo de su bastón y de su acompañante, pero también de varios de nuestros voluntarios para poder moverse de registro a signos vitales y luego al médico.  Estaba respirando con dificultad y sólo hablaba cuando fuera necesario.  Tengo que admitir aquí, y de una vez, mi falta de fe.  Cuando los vi, pensé:  “Estos hombres nunca van a aceptar a Cristo.”  (Aún nosotros, como misionerios, nos falta mucho por crecer.)  Sus rostros, llenos de dureza y de enojo, jamás dejaron escaper ni una sonrisa.  

Como con todos nuestros pacientes, después de su cita médica, y mientras esperaban que su receta fuera surtida, los hombres pasaron un rato con uno de nuestros evangelistas, Aurelia.  Los vi allí sentados y, de nuevo, pensé:  “De veras que no creo que acepten a Cristo.”

Luego, un obstáculo, además de lo que yo creía ser corazones endurecidos, se presentó.  Un vehículo estaba bloqueando la entrada de la iglesia y era necesario moverlo.  Así que, empezamos a buscar el dueño del carro.  Cualquier esperanza que yo haya tenido para su salvación de estos hombres, se desapereció cuando vi que el dueño era el amigo del paciente de la camisa amarilla.  Se levantó del área de evangelismo para ir a mover su carro.  Aún con mi lucha de creer que pudieran ser salvos, yo le seguí con el objetivo de asegurar que regresara a donde Aurelia les había estado compartiendo del Evangelio. 

Ya que me aseguré que había tomado su asiento de vuelta con Aurelia en el área de evangelismo, me volví a hacer otras actividades.  A los poco minutos, al pasar por el mismo salón, miré y vi a los DOS hombres con sus cabezas agachadas y ojos cerrados, orando para aceptar a Jesucristo como su Señor y Salvador.  Rápidamente, saqué su foto.  Otra paciente me vio tomar la foto y me dijo:  “¡No rompas tu cámara tomando SU foto!”  Para entonces, mi fe había crecido un poco y respondí:  “Mientras que estos hombres lleguen al Cielo, la rotura de mi cámara habrá valido la pena.”


El siguiente día, por la tarde, vi a un hombre llegar a la caravana.  Literalmente tuve que mirar dos veces ¡porque no lo podía creer!  ¡Era el mismo hombre de la camisa amarilla del día anterior!  ¡El mismo hombre, pero, a la vez, otro hombre totalmente diferente!  Andaba en ropa limpia, caminaba con solamente su bastón, sin mayor ayuda.  ¡Una sonrisa radiaba en su rostro mientras saludaba a todos los que encontraba!

¡Mi alma se regocijó!  Mi incredulidad encontró arrepentimiento.  Mi fe fue fortalecida.  Y yo sabía que tenía un nuevo hermano en Cristo.

¡Mi incredulidad se volvió en fe por medio de la fe de estos hombres!

Cada caravana, aunque casi iguales en su forma de llevarse acabo, crean historias únicas, y ETERNAS, y ¡nuestra caravana mas reciente a Lázaro Cardenas, Michoacán no fue la excepción!  ¡Alabado sea el Señor!